El título
ANTONIO SEGUI
,
de SCHULIAQUER, IVAN
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Detalles
HUMANIDADES - ENTREVISTAS
Año Edición: 2009
Origen: Argentina
Idioma: Español
Páginas: 144
Encuadernación: Tapa blanda
Accesorios: No Contiene
Sinopsis
Antonio Seguí nació en Córdoba al promediar los años 30 del siglo pasado y vive en París desde inicios de los ‘60. No se afrancesó: no sólo sigue tomando mate y comiendo carne como si estuviera en la pampa gringa, sino que su arte, reconocido globalmente y de trascendencia universal, mantiene como fuente inspiradora la realidad argentina y el espíritu latinoamericano. Activo protagonista del Mayo francés, acosado por la dictadura argentina al punto de haber sido ametrallado en su casa parisina, Seguí evoca sus vínculos con Perón, Isabelita, Cooke, Alfonsín, Chirac y Mitterrand. Y nos habla de su amistad con Rodolfo Walsh, Héctor Tizón y Copi, de la generosidad de Berni y de aquellos míticos asados en su quincho donde se juntaban Neruda, Carpentier, Asturias, Cortázar, Piazzolla, Jairo y Yupanqui, que acompañaba con su guitarra. En estas páginas, Seguí reflexiona sobre el arte, se vuelve a apasionar con sus convicciones y esperanzas, evoca a las mujeres que amó y ama, y nos confiesa que, junto a sus hombrecitos de sombrero, sigue buscando ese cuadro que aún no pintó.
Antonio Seguí nació en Córdoba al promediar los años 30 del siglo pasado y vive en París desde inicios de los ‘60. No se afrancesó: no sólo sigue tomando mate y comiendo carne como si estuviera en la pampa gringa, sino que su arte, reconocido globalmente y de trascendencia universal, mantiene como fuente inspiradora la realidad argentina y el espíritu latinoamericano. Activo protagonista del Mayo francés, acosado por la dictadura argentina al punto de haber sido ametrallado en su casa parisina, Seguí evoca sus vínculos con Perón, Isabelita, Cooke, Alfonsín, Chirac y Mitterrand. Y nos habla de su amistad con Rodolfo Walsh, Héctor Tizón y Copi, de la generosidad de Berni y de aquellos míticos asados en su quincho donde se juntaban Neruda, Carpentier, Asturias, Cortázar, Piazzolla, Jairo y Yupanqui, que acompañaba con su guitarra. En estas páginas, Seguí reflexiona sobre el arte, se vuelve a apasionar con sus convicciones y esperanzas, evoca a las mujeres que amó y ama, y nos confiesa que, junto a sus hombrecitos de sombrero, sigue buscando ese cuadro que aún no pintó.
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